La importancia del tacto

Caricia

Nosotros, como fisioterapeutas, sabemos la importancia del tacto. Tenemos claro lo que llegamos a trasmitir mediante el tacto, el roce, la caricia… ¿Por qué lo sabemos, no?

En el proceso de comunicación con las personas con deterioro cognitivo, tenemos que buscar las máximas estrategias posibles para poder llegar a comunicarnos, debido a la afectación de la comunicación verbal que suele acompañar a estas personas, sobre todo  partir de estadios medios.

La comunicación no verbal, pues, se hace clave para poder comunicarse y llegarse a entender con la persona que tenemos delante, y el fisioterapeuta cuenta con la gran ventaja de poder tocar. Nuestra profesión nos permite, (y el pijama blanco), acceder a la parte más íntima de las personas: su piel. Nuestra titulación nos permite poder acceder a tocar, a palpar, a rozar…pero, ¿tenemos en cuenta que significa? ¿Sabemos de la responsabilidad que eso conlleva?

Tacto perdido

No todo al mundo le gusta que le toquen, es una sensación muy íntima y que no todo el mundo siente por igual.

Por tanto, es muy importante tener en cuenta a quien tenemos delante. Eso no puede significar mayor problema cuando la persona a la que vamos a tratar se comunica verbalmente, y tiene preservada la comprensión, ya que podemos avisar de nuestra intervención, por tanto la persona sabe y entiende que es lo que vamos a hacer y el porqué. En cambio, ¿qué sucede con personas afectadas de deterioro cognitivo? A menudo, parece que no entienden que vamos a hacer, reaccionan adversamente a nuestro contacto, y más si lo hacemos de forma brusca o nerviosa.

Personalmente, no hay cosa que me ponga más nervioso o tenso que la persona que tengo delante no me entienda, que no comprenda que es lo que voy a hacer y con qué fin. Pues bien, aquí aparece la famosa EMPATIA y su aún más famosa compañera PACIENCIA. Saber observar a la persona que tenemos delante, acercarnos de forma agradable, sin prisa, con una sonrisa en la cara y con suavidad a la hora de hablarle. Todas esas herramientas de comunicación no verbal seguro que nos facilitará el camino a la hora de empezar a tocar.

Manos juntas

Un camino largo de recorrer, con muchos recovecos, no siempre llevando la misma dirección, cambiante según el día y el momento, pero un camino existente al fin y al cabo, si utilizamos la famosa pareja, empatía y paciencia, y lo trasmitimos con nuestras manos; Ellas también han de ser empáticas y pacientes, también han de ser simpáticas, dulces, firmes, con capacidad de seducción, amables, tranquilas, sosegadas, convencidas, que generen movimiento y complicidad. Hemos de evitar a toda costa unas manos que trasmitan dureza, nervios, ansiedad, pues lo que lograremos será el efecto contrario: rechazo, agresividad, huida, negación.

Nuestras manos son nuestra voz cuando la palabra se hace incomprensible; nuestro semblante, nuestra posición corporal, nuestro movimiento, es el tono y la modulación al mensaje que damos con nuestras manos.

Sé que muchos diréis que eso no es exclusivo de la geriatría, bien cierto. Pero es en la geriatría dónde más lo tenemos que tener en cuenta debido no sólo a los posibles deterioros o enfermedades que las personas que vamos a tratar puedan presentar, sino por su historia de vida que pueden tener, la educación que han podido recibir, que frecuentemente en las edades que tienen nuestros usuarios, el contacto físico fue vetado, donde la desnudez era tabú, y la higiene era una cosa muy, muy íntima.

No hay que olvidar que el tacto es el último de los sentidos que se pierde, hasta en el momento final se conserva…imaginaos pues qué importancia tiene el tacto y que responsabilidad recae en nuestras manos, nunca mejor dicho.

Tenemos que expresar quienes somos con el tacto de nuestras manos, para que las personas confíen en nosotros. Es la clave para un buen tratamiento.

Ah!!, por cierto, de parte de los 4 locos autores de este blog, os deseamos a todos FELICES FIESTAS!!

feliz Navidad

Quiero ir al baño!!!

Quiero ir al baño!!! Me dicen diariamente, muchos de los residentes q bajan a fisio. Lamentablemente, no tengo un baño cerca donde ellos puedan acudir o ser llevados, pero creo que eso no justifica el » no te preocupes, llevas pañal» cada vez que oigo esa frase me echo a temblar.
No entiendo, no me puedo explicar el porqué; por comodidad, por no subir y bajar. No se, pero me parece que, con respecto a lo que concierne al usuario es lo más denigrante que puede sufrir un ser humano dejar de controlar los esfínteres de manera voluntaria y lo peor, estimulada por el personal. Cuantas veces han tenido que sufrir la mala experiencia del desbordamiento o mala colocación del pañal, dejando un reguero cuando caminan por las paralelas. Y venga! Arriba vestidos delante del todos los demás, sin pudores para colocar ese pañal extraviado.
O esas caídas desde la cama, por necesidad imperiosa de llegar al WC, que está tan cerca y a la vez tan lejos. Se oye, señoritaaaa, quiero ir al baño, y se escucha a veces la callada por respuesta, así que deciden ir a la aventura ya con muchas prisas porque no llegan, sin ponerse las zapatillas, o en chanclas o ya con ciertos escapes y cuando la suerte les abandona, cataplum!! Al suelo.
A la mañana siguiente tengo una nota en la mesa recomendándome que valore junto con el servicio médico considerar alguna sujeción para evitar esa caída y tener el menor índice posible. Y me pregunto yo, ya que son pocos los casos (los de necesidad imperiosa) ¿no sería más fácil pasar por el WC al acostarse, a las doce por ejemplo y en la madrugada? A veces me pongo en el caso y pienso son demasiadas horas, y estar humedecido debe ser tan desagradable sensación que yo me levantaría como fuera, saltaría barandillas o cualquier otro impedimento.

No soy una entendida en incontinencia, pero esta frase » llevas pañal» o ponerlo por protocolo a personas continentes cuando están en la unidad de enfermería, no creo que ayude mucho. No?.

Bueno ahí queda eso, es un tema difícil, pero creo que importante para la integridad de la persona.

¡Otro con ganas de debate!

debate

¡Otra vez cambiando de entrada cuando ya tenía pensado hablar de otro tema! Tengo que perder esta costumbre! Suerte que esta vez no es por algo que se publica en la prensa, de manera inesperada, y que hace referencia a un recorte, uno más, que esta vez golpea violentamente a nuestro colectivo. Por cierto si no sabéis de qué hablo podéis mirar mi última entrada y, si queréis, firmar la petición  para pedir su abolición http://www.change.org/es/peticiones/neus-munt%C3%A9-i-fern%C3%A1ndez-abolir-el-nou-acord-signat-per-l-icass-i-les-principals-patronals-dels-centres-residencials-de-gent-gran .

A lo que íbamos, que me voy por las ramas. El motivo es mucho más agradable, la entrada de un compañero en su blog. Hacia tiempo que quería hablar de trabajo en equipo, de hecho lo había destacado entre lo que podemos aportar los fisioterapeutas que nos dedicamos a la #fisiogeriatria , y la última entrada de David Aso ( @fisioaso) ha «precipitado los acontecimientos»  http://davidaso.fisioterapiasinred.com/2013/12/tengo-ganas-de-debate-movimiento.html .

En nuestro ámbito es capital evitar el mover por mover, debemos dirigir nuestros esfuerzos al movimiento relevante para el paciente.

Debemos tener claro que nuestro paciente suele tener una resistencia menor a la que tienen pacientes jóvenes (aunque os sorprenderíais de lo que son capaces de hacer con paciencia y constancia) y muchas veces un estado cognitivo deteriorado. El trabajo con ejercicios fuera de actividades relevantes debe quedar para aquellos que no posean estas 2 características. Siempre recordaré algo que me dijo, hace ya bastantes años, una paciente en el sociosanitario cuando le pedí que caminara por las paralelas ; “ ¿Para que quieres que vaya, si me vas a hacer volver aquí?».

Con este tipo de pacientes me planteo un trabajo de “muchos pocos” y no de sesiones completas de fisioterapia, que pondrían a prueba, tanto su resistencia, como su capacidad para trasladar aquello que consigamos a una mejora significativa de su calidad de vida.

¿Y como se come eso?

Voy a tratar de explicarme. Mi concepción del trabajo de fisioterapia intenta incluir las 24h del día y no solo aquellos momentos en que estoy presente e interactuando con el paciente ( creo que no es un objetivo únicamente de la #fisiogeriatria sino que es común a la mayoría de fisioterapeutas). Esto se traduce en que todo lo que hace el residente durante el día tenga un sentido y una continuidad con el tratamiento de fisioterapia.

Para ello deberemos introducir maneras de realizar las ABVDs concretas para cada residente, hacer que los traslados de todo el día sean adecuados y adaptados a su capacidad real, que realice una sedestación correcta…

Para acercarnos a ese “ideal” que planteo solo hay un camino, EL TRABAJO EN EQUIPO. Éste no es la suma de trabajos individuales y los objetivos del mismo deben ser diferentes y más amplios que los individuales de cada componente del equipo. Siempre que pienso en esto recuerdo una entrada del blog de Raúl Ferrer ( @_RaulFerrer) y Sergio Belmonte donde lo explican mucho mejor de lo que yo sería capaz http://www.fisioenap.com/2012/02/trabajo-en-equipo-o-equipos-de-trabajo-24h24p.html .

reunion PIAI

Ese trabajo empieza en el PIAI. Allí es donde se deben consensuar los objetivos para cada uno de los residentes y donde TODOS los profesionales del equipo deben poder expresar su opinión. Digo TODOS porque en demasiadas ocasiones los equipos técnicos están tentados de obviar la voz de las Gerocultoras, y debemos recordar que son quien mejor conocen a los residentes, saben las limitaciones de los medios técnicos y humanos y, sobretodo, si no hacen suyos los objetivos del equipo, éstos serán inalcanzables.

Del PIAI deben salir también los objetivos individuales de cada profesional y los tratamientos y estrategias para conseguirlos.

¡Llegó la hora de aplicar todo esto al día a día del tratamiento del paciente! Está claro que cuando hablamos de introducir maneras de realizar las ABVD concretas para cada residente, debemos contar con la colaboración de las gerocultoras y por tanto deberemos ser capaces de transmitir las indicaciones pertinentes y tendremos que estar dispuestos a colaborar/participar en ellas. Si queremos trabajar la deambulación en el marco de las ABVDs deberemos estar dispuestos a trasladar a un paciente, de la manera que determinamos que debe hacerse, al WC p. ej. Esto nos permitirá introducir variantes individuales para cada residente, concienciar a las gerocultoras de la necesidad de respetar esta individualidad e , incluso, utilizar el argumento de nuestra “ayuda” a disminuir su carga de trabajo en ese momento puntual a cambio del mantenimiento de esas pautas el resto del día.

Otro momento importante es el del desarrollo de las actividades por parte de otros profesionales. Cuantas veces vemos en las actividades planteadas por la Educadora social o la Psicóloga actividades en que se trabaja la movilidad fina, la coordinación… ( p.ej en una sesión de bingo).

Pueden y deben surgir algunas preguntas, ¿Dónde empiezan y acaban las competencias de cada profesional?¿Es la Educadora una intrusa cuando realiza actividades que requieren coordinación o movilidad fina? ¿Lo somos nosotros cuando estamos incidiendo en las ABVDs respecto a competencias de los T.O? Mi respuesta es NO.

En mi opinión en los equipos de trabajo en residencia debemos dar un paso más allá. Debemos trabajar en la integración de objetivos multidisciplinares en el mayor número de actividades posibles. Debemos colaborar en el diseño de las mismas, de manera que seamos capaces de trabajar objetivos de cada uno de nosotros estemos o no presentes en el momento de la realización.

Piezas de un mismo engranaje

Para ello deberemos trabajar todos para superar muchos escollos , pero yo me centraré en hacer una reflexión desde mi condición de fisioterapeuta.

La nuestra es una profesión joven y, en ocasiones, aun tiene defectos “adolescentes”. Necesita reafirmarse constantemente para confirmar su identidad. Si queremos dejar de ser ejecutores de técnicas, deberemos ser capaces de indicar aquellas que pueden hacer otros bajo nuestra prescripción y supervisión. Eso no menoscabará nuestra identidad, nos reforzará como prescriptores de algunos procedimientos y reservará otros para la ejecución exclusiva del Fisioterapeuta. Debemos ser valientes y trabajar para identificar unos y otros, y para aceptar que algunos sean comunes a otras profesiones sanitarias.

Y os dejo con algunas preguntas:

– ¿Somos capaces de trabajar incluyendo objetivos de otros profesionales?

– ¿Hay actividades que se realizan en muchas residencias ( y en otros ámbitos) que trabajan o pueden trabajar aspectos importantes para nosotros y no les sacamos partido?

– ¿Nos permitirían, justificándolo adecuadamente, trabajar parte de nuestro tiempo en estas actividades para mejorarlas y potenciarlas?

Yo respondo SI a todas. ¿Y vosotros?

«Obligue usted a mi madre»

Tú, si tú.

No descubro el final nuevo a nadie, si digo que nuestros pacientes terminan deteriorándose. Algunos lo hacen a raíz de una enfermedad aguda, un traumatismo, una cirugía, o similar.

Pero muchos llevan a cabo un proceso lento pero progresivo de «desinstalación de programas». Que si vamos perdiendo una marcha funcional, que si necesito ayuda para ducharme, que si ahora resulta que necesito un pañal… Algunos llegan al reseteo completo.

Pero no quiero hablar de esos casos. Vamos a hablar de la aparición de pérdidas progresivas. De cierto deterioro achacado a la edad o a las patologías presentes en la persona mayor.

Por ejemplo, puede darse el caso de un usuario que no quiere acudir a fisioterapia. Se le ha valorado al ingreso y, no teniendo una patología aguda que requiera fisioterapia intensiva, se le oferta un programa de fisioterapia de mantenimiento de sus capacidades. Pero ese anciano no quiere acudir. No le gusta, no lo conoce, no le da la gana (si, si, puede que no le venga en gana, pasa a otras edades ¿por qué no va a pasar a estas?) . Pues no pasa nada. En mi caso, periódicamente, y dado que creo en los beneficios de lo que ofrezco, recuerdo el programa. En algunos casos, el roce hace el cariño y termina acudiendo. Otras veces, nos quedamos con el cariño y punto.

Pero cuando aparece una pérdida, por ejemplo una marcha más lenta o fatigosa, el uso de un bastón o un andador, la familia se pone nerviosa. Y acuden a ti para «solucionarlo». Cuando les dices que el residente en cuestión no quiere, te responden con un «lo que tiene que hacer es obligar a mi padre».

empujar

¿Obligarlo?¿Yo?¿Obligar a ir a un tratamiento? ¿Haríamos lo mismo con todo? Yo creo que no. Que no debemos. Por encima de mi criterio profesional, y la opinión del hijo, está la decisión del usuario -siempre hablando de un anciano cognitivamente capaz-. Por mucho que veamos la aparición de una carencia, la decisión le pertenece.  Además, el efecto puede ser contraproducente.

Yo prefiero buscar el convencimiento por la técnica de guerrilla. O más bien tipo Gila «Se de alguien que haciendo algo, mejoraría». O el modelo Schweppes «Será que lo has probado poco».

¿Han probado a levantar de una silla de ruedas a un abuelo, en contra de su voluntad?  Una me soltó que ya había desterronado mucho en el campo y que no quería trabajar más (y eso que le expuse todas las consecuencias que trae el dejar de caminar) ¿Qué objeto tiene que la fisioterapeuta deje en las paralelas un par de vértebras? No cuela lo de «Es por tu bien». Saben latín. Les recuerdo que han vivido el doble que yo y se las saben casi todas.

Por debajo de esa orden perentoria de la familia, en muchos casos, subyace la necesidad de no ver el deterioro de su familiar. Asumir el principio de una pérdida de capacidad en un mayor, nos suele llevar corriendo hasta el final. Es decir, si empieza con problemas, mañana dejará de comer, pasado en la cama y al otro al cementerio. Y eso es correr mucho. La cabeza nos juega esas malas pasadas.

Pero es necesario asumir también el envejecimiento de nuestra madre o padre. Es necesario aceptar para poder ayudar. Y nunca olvidar escuchar al interesado, ver sus razones, discutirlas si es factible y respetar el resultado.

Tranquilos, yo seguiré intentando convencerlos.