¿Qué puedo hacer?

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Calma, tranquilos, no pasa nada…No, no empezaré recordando la letra de la canción de Los Planetas, seguro que la habéis cantado miles de veces, en la madrugada y con alguna cerveza en el cuerpo.

La pregunta hace referencia a la duda más general y repetida que se encuentra el fisioterapeuta con personas mayores: y ahora ¿qué puedo hacer? En la mayoría de las situaciones solemos encontrar la solución y la pregunta es más bien retórica, pero ¿nos pasa lo mismo cuando tenemos delante personas con deterioro cognitivo? ¿Sabemos cómo afrontar la situación? ¿Sabemos lo que podemos hacer?

A menudo, la pregunta viene acompañada de una huida: “No puedo hacer nada” “no me sigue” “no sigue órdenes”“Total, no entiende nada, no sabe hacer nada, no le funciona nada”.

Des de hace mucho tiempo, el deterioro cognitivo se ha relacionado sólo con la alteración de las capacidades cognitivas, y por tanto, sólo se trataba desde la estimulación cognitiva. Pero salta a la vista, al menos por los que llevamos tiempo en el ámbito, que cuando hay alteraciones cognitivas, tiene que haber alteraciones motrices. La misma CIF marca el camino hablando de funcionalidad y discapacidad, alejándonos del mero diagnóstico clínico, para ir más allá y poder restablecer la función, o hacer más fácil aquella función pérdida o afectada.

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A veces, y creo que demasiado a menudo, con las personas afectadas por algún tipo de deterioro cognitivo permitimos que los síntomas del deterioro nos tape la visión global. Nos quedamos con la superficie de la afectación y no vamos a la raíz ¿hay algo físico que no le permita hacer la función? ¿Podemos facilitar de alguna manera esa función?

Quizás requiera algún tipo de ayuda técnica, o ayuda de un tercero, o quizás no lo logremos, pero nunca debemos de dejar de intentarlo sólo por que el deterioro cognitivo no nos deje ver a la persona.

¿Tenemos en cuenta que el movimiento, la actividad física, crea neurogénesis? ¿Estamos convencidos de ello? Si continuamos sin abordar el deterioro cognitivo y no estamos convencidos que nuestra profesión también sirve para detener el avance o progresión del deterioro, tenemos los días contados en las residencias.

Os pongo un ejemplo de un estudio financiado por el Col·legi de Fisioterapeutes de Catalunya, os dejo los links del abstract y de la revista del Col·legi, donde se demostró la diferencia de afectación motriz entre las personas afectadas por un deterioro cognitivo provocado por la enfermedad de Alzheimer, a la afectación motriz de las personas afectadas por deterioros cognitivos de origen vascular. Todas estas personas eran en fases iniciales. Y ya nos indica que el movimiento y la cognición van de la mano, y por tanto la funcionalidad.

Si tomamos esta evidencia, nos podríamos plantear las siguientes preguntas: si deterioros cognitivos de origen diferente provocan diferentes alteraciones motrices, ¿dichas alteraciones pueden ser de ayuda para el diagnóstico del deterioro? ¿Se pueden tratar de forma diferenciada? ¿Cuál será la mejor forma para tratar a cada una?

Cómo veis, lo que podemos hacer es inmenso, un camino largo pero todavía oculto por los miedos y el respeto que nos produce la demencia, pero está ahí.

Sólo es cuestión de andarlo.       hombre-caminando

 

 

Lágrimas reprimidas

Hace ya mucho tiempo alguien me dijo que para hacer este trabajo es necesario deshumanizarse. Por suerte nunca  lo creí, es más, siempre he creído que sin humanidad, este trabajo es imposible.
Un valor, para mi capital, es la capacidad de empatizar con el paciente, y para eso es indispensable hacerlo desde la humanidad.
Hace unos días tuve una de esas situaciones en que te ves obligado a contener lagrimatus lágrimas (que sientes a punto de dejar tus ojos) al dar aquella noticia que nadie quiere escuchar. Ver como una nieta encaja el tener que tomar decisiones sobre aquella persona que, ahora encamada y deteriorada cognitivamente, fue una abuela ejemplar que en su día le cambió los pañales, que aquellos días en que tenía fiebre la abrazaba mientras se quedaba con ella porqué no podía ir al cole… Ahora ella es la persona que debe escoger entre 2 opciones, ninguna buena, y que vislumbran el principio del fin.
A veces pensamos que nuestro trabajo es decidir, pero no es cierto. Nuestro trabajo es proponer opciones de tratamiento, aquellas opciones que según nuestro razonamiento clínico, son las más beneficiosas para nuestro paciente. Después, la decisión no es nuestra, y en este tipo de situaciones es más evidente que nunca. Debemos ir “a muerte” con la decisión del paciente o, en los casos en que deba ser así, la familia. Acompañarlos es entonces una de nuestras principales funciones.
No caben frases del tipò; “ No saben lo que quieren, cada día te dicen una cosa”, “¿Pero no se lo explicamos ayer?”, “¿Porqué se lo pregunta a mí compañero hoy si ayer me lo preguntó a mi?”… Forma parte del proceso, todo ese tiempo no es tiempo perdido, es el tiempo que les debemos para que se sientan acompañados, tratados como se merecen. Como es lógico, el límite siempre debemos situarlo en el respeto ( podéis leer un ejemplo de lo no admisible en la última entrada de mi compañera Olga https://fisioterapiageriatriayotrasopiniones.wordpress.com/2014/06/13/yo-para-ser-feliz-quiero-un-andador/ )
Es nuestra capacidad de empatizar la que nos va a permitir identificar ese momento, dejar el tiempo necesario para que se tomen las decisiones, consolar, dar apoyo, ofrecer todos los recursos de nuestro equipo multidisciplinar ( aprovechar nuestra relación con la familia para ofrecer el servicio de psicología p.ej)…
Tenemos que ser conscientes del poder que tenemos para persuadir. ¡No siempre lo somos!. Ésta es un arma de doble filo; por un lado nos da la oportunidad de dirigir las decisiones de nuestros pacientes o su familia en la dirección que creemos adecuada, pero también existe el peligro de llevarlos hacia una fría decisión que nada tiene que ver con el trato humano que merecen.

Pero tenemos que tener claro también un aspecto que habitualmente se nos pasa por alto, debemos darnos el tiempo necesario para afrontar nosotros mismos la situación de manera adecuada, una decisión precipitada puede dar al traste con todo la bienintencionada intervención que ha llevado a cabo. Recuerdo una intervención de #interresis14 sobre el proceso de ingreso en la que se decía que un ingreso supone también un duelo del equipo por la perdida que lo ha motivado. No olvidemos nunca que el duelo no es solo del paciente y de la família, también es nuestro y así debemos entenderlo.
Cuando estamos ante un paciente no podemos permitirnos olvidar su historia de vida y, por desgracia, no es extraño ver como es olvidada sistemáticamente por alguno de los profesionales que le rodean.
Se me vienen a la cabeza miles de casos que pueden encajar con esta descripción, miles de lágrimas reprimidas, miles de lágrimas vistas rodar por mejillas ajenas…miles de veces, que siendo humano me he sentido mejor haciendo mi trabajo.
Quiero pediros disculpas por la dispersión de este post, un poco inconexo, pero es lo que pasa cuando hablas de sentimientos, y es manos unidas IIde eso de lo que se trata también nuestro trabajo, de sentimientos profesionales y personales, propios y ajenos.
También quiero dedicarlo a todos aquellos a los que he tratado, acompañado, aconsejado… lo hice lo mejor que sabía en ese momento y trabajo cada día para que la próxima vez sea capaz de hacerlo mejor.

Yo para ser feliz quiero un andador

Hace unos días, tras una intensa mañana y cuando por fin podíamos sentarnos «para escribir», a la auxiliar y a mi nos cayó la del pulpo. Así sin anestesia.

Yo para ser feliz quiero un camión

Yo para ser feliz quiero un camión

Como si de una tormenta tropical se tratara, dos familiares entraron en la sala y al acercarse a la mesa dejaron caer suposiciones, mentiras y amenazas. Al menos primero saludaron y se presentaron. Que otros ni eso.

Tras el «Hola, somos familia de Manuel» y sin tiempo para devolver el saludo  nos espetaron:

-Mi tío necesita un andador, se lo tienen que dar. Y nos han dicho que la fisioterapeuta, usted, ha dicho que no. No está bien, arrastra los pies y si se cae tendrá que asumir las consecuencias y aceptar su responsabilidad…- Ala, todo del tirón y casi sin respirar.

– Lo primero, llevo veintidós años asumiendo mi responsabilidad profesional. Así que no tiene que recordármelo. Segundo, los andadores son de la residencia, no míos. Y no se dan, se prestan – como los había callado continué-. Tercero Manuel, lleva una semana en el centro, ha iniciado un programa de tratamiento y estamos valorando la necesidad o no de ayuda técnica y cuál es la más indicada. Y cuarto, existe un orden lógico de ayuda más leve, como un bastón, y la más importante la silla de ruedas. Hay que dar la ayuda justa y correcta. Porque podemos estar empeorando la situación.

Si, también lo solté sin respirar. De una tacada. Pero a mi no se me entra agitando delante de mis narices la responsabilidad.

Después de estas dos parrafadas, la familia se calmó y pude explicarles que lo que ellos querían no se iba a corregir. Manuel presenta una postura en  flexo tanto de cadera, como decolumna lumbosacra. De años, muchos años, de evolución. Pensaban que el andador sería la solución. Un apoyo que le hiciera enderezarse. NO he visto, en veinte años, un sólo anciano que corrija esa postura con un andador.

Recordemos que el andador es una ayuda técnica para la marcha. Le da estabilidad, descarga peso de miembros inferiores, etc. Pero no está diseñado para mantener la postura erecta. Es más, estos usuarios, adaptan su marcha con el andador a su postura. Caminan con los brazos extendidos hacia delante, alejando el andador de su situación ideal. En algunos casos, no lo alejan tanto. Pero usan el mango para apoyar los antebrazos, como si estuvieran acodados en la barra del bar,… Y seguir doblados.

Con los días, he visto que mejorar su estabilidad con el andador y se le ha prestado. Pero la postura no ha variado ni un centímetro. Al final de nuestra charla, mucho más amistoso que el inicio, creo que comprendieron que parte de lo que buscaban no se iba a conseguir.

Dejarse Llevar

“Dejarse llevar, suena demasiado bien. camí

Jugar al azar, nunca saber dónde empezar o terminar”

 

Para los melómanos seguidores de nuestro blog, seguro que sabéis a qué grupo y canción pertenecen estas letras. Para los que no, deciros que se trata del estribillo de la canción “Copenhage” del grupo Vetusta Morla*.

Seguro que os estáis preguntando a que viene este comentario. Yo también me lo preguntaría, de hecho, me lo estoy preguntando. Gabriel, ¿a qué viene empezar una entrada así? Cómo casi todo en la vida tiene su explicación: El pasado viernes estuve en unas jornadas en Salt, una localidad de la provincia de Girona, organizadas por la sección de Girona del Colegio de Psicólogos de Catalunya. Y escuchando la mejor ponencia de la jornada, al menos para mí, me vino a la cabeza esta canción y no pude sacármela de la cabeza.

¿Por qué? Pues por la gran demostración y explicación de la psicóloga, doctora y catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Madrid, Sra. Rocío Fernández-Ballesteros, respecto a la importancia de envejecer de forma activa y no dejarse llevar por los estereotipos, prejuicios, leyendas y cuentos chinos alrededor de la vejez.

Activitat saludable

La Dra. Fernández-Ballesteros hizo un gran despliegue de razones para desmontar los mitos de la vejez. Siempre con estudios científicos en la mano, nos dijo una de las frases del día: “la forma de envejecer se debe a la genética de la persona en un 25%, y el 75% restante al entorno, entendiendo el entorno de la forma más global posible”. ¿Qué nos quería decir la Dra.? Pues que la forma de envejecer es modulable, podemos incidir en ella, debido a que el 75% de la forma de envejecer es extrínseca a la persona, y por tanto, se puede actuar, incidir, evitar que se deje llevar.

Nos recordó que las personas cuanto más joven son, más se parecen entre sí, y que cuando se envejece nos volvemos más diversos entre nosotros, punto crucial para entender que se debe actuar de forma muy personalizada con la gente mayor, pues no siguen patrones muy homogéneos. ¿Os suena de algo? Mis compañeros de blog ya lo han ido comentando en sus diferentes entradas.

Cómo no, la Dra. Fernández-Ballesteros habló de la prevención, de la importancia de hacer muchas cosas a cualquier edad para prevenir la discapacidad. Habló de la lucha constante para evitar relacionar vejez con incompetencia. Hay que acabar con el estigma que la gente mayor no es capaz, pues esa forma de pensar y actuar nos lleva hacia los paternalismos, tan nocivos para las personas mayores. Y al mismo tiempo evitar la frase “yo ya no…” evitar que cada uno, sea a la edad que sea, se deje llevar por el pensamiento que ya no es capaz de alguna cosa. Quizás no se llegará tan lejos, pero siempre se puede ir hacia allí.

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Y finalmente soltó la gran clave para un envejecimiento activo: O lo usas o se atrofia”. Gran verdad. Y nosotros somos los que mejor sabemos de la importancia del movimiento. Y la Dra. dijo una cosa más: “está demostrado que la actividad física provoca neurogenesis”.

Y esta última frase ya forma parte de mis frases preferidas. Y pensaré mucho en ella cada vez que este delante de una persona mayor, con deterioro cognitivo y me deje llevar por el pensamiento de que no es capaz; la recordaré cada vez que me deje llevar por el pensamiento que por la edad que tiene ya no se puede hacer nada.

A veces, la gran lucha es no dejarse llevar por la corriente.

 

*Os dejo el enlace de la canción, por si no la conocéis, vale la pena https://www.youtube.com/watch?v=4G3ooaZxthY