Jornadas, Congresos y otros eventos sospechosos

La semana pasada acudí a «Orto Medical Care 2014», La feria de la ortoprotésica, productos de apoyo a la discapacidadsddefault y servicios profesionales a la tercera edad.

Como fisioterapeuta de residencia de mayores, considero imprescindible estar actualizada en estos temas. Por satisfacer mi curiosidad natural, si. Pero también para saber qué ofrece el mercado a mis pacientes, sus familias, mis compañeros y hasta a la mismísima institución. Porque es mi responsabilidad. Porque no puedo dejar la calidad de vida de mis mayores en manos de la familia, el vecino o el mismísimo cuñado. Porque no todos saben qué buscar y dónde.

 Además, no es que lo diga yo, porque tenga un alto concepto de mi misma. A lo largo de la jornada laboral, se me exige. Incluso la propia administración me «impone» estar actualizada y me asigna responsabilidades que así lo indican.

Pero claro, de ahí a ver lógico que acuda, facilitar el acceso, proporcionar información de estos eventos… hay un abismo. Tenemos unas publicaciones muy interesantes que llegan con puntualidad británica a mi correo. Me cuentan lo bien que lo hace la administración, las actividades que hacen los centros que estamos bajo el mismo paraguas, etc. Pero nada de contarme que hay un congreso, una jornada, una presentación técnica…

Sólo se entiende fisioterapia como la atención directa. Olvidándose de la formación, la investigación, la actualización en lo que el mercado ofrece -si, el mercado, allí a donde mandamos a usuarios y familias a que compren una silla, una ayuda técnica,…-. Se nos «pide» que supervisemos ayudas técnicas, posturas, uso de grúas, que indiquemos qué silla de ruedas es la mejor… ¿Cómo quieren que lo sepa? ¿Por inspiración divina? Porque no será por el patético acceso a la red que tengo. Por no poder, no puedo acceder ni a la web de mi propio colegio profesional.

Algunas mañanas, llego a la conclusión de que algunos superiores, compañeros y usuarios desgraciadamente también, consideran que mi asistencia a jornadas, ferias, congresos y eventos es una forma más o menos descarada, de escaquearme del trabajo de verdad -vease atención directa pura y dura-. Como si gastar tiempo, dinero y energía en estos eventos fuera lo mismo que ir a la playa.

Estoy molesta, si lo reconozco. Pero es tan cansado luchar contra esas pequeñas patrañas diarias… Cansan más que los grandes enfrentamientos.

A mi madre no le ponga «eso»

Dentro del trabajo de un fisioterapeuta de residencia, al menos en la mía, está la valoración de la movilidad y su relación con el vestuario del residente. Lo que se traduce en valorar si la ropa que trae la familia se adapta o no a la movilidad del abuelo.

parodia

En una palabra, cuando se va perdiendo grado de movilidad, las piernas quedan rígidas, los brazos se doblan y la espalda se curva ¿Qué ropa es la mejor? Trabajo que compartimos con la terapeuta ocupacional del centro. En mi caso, me lleva a situaciones un tanto extrañas, como convencer a la familia sobre las bondades de unos jerseys y unos pantalones, con respecto a esos vestiditos tan bonitos y floreados que le traen.  ¿Os habéis planteado el aspecto de una abuela, con un vestido ceñidito, por la rodilla, sentada en una silla de ruedas? Pues yo os lo digo: el recuerdo permanente de la escena del cruce de piernas de «Institnto Básico».

Es difícil asumir que nuestro padre se va deteriorando. Muchas veces escuchas aquello de que «No saben vestirle. Porque en casa lo hacía estupendamente» … hace cinco años. Pero el paso del tiempo parece detenerse en la memoria, una vez ingresan en nuestros centros. Además, hay que recordar que en casa, uno puede tener todo el tiempo del mundo. Pero, en una institución hay unos plazos para cada proceso y se deben cumplir. Y con todos los usuarios, no sólo con nuestro familiar.

Algunas veces, el problema está en la organización del tiempo, del personal, del centro en si. Pero lo que nunca haces es proponer un cambio de vestuario porque «es más cómodo para el personal». Y eso, hay que dejarlo bien claro a los familiares. Pues muchos creen que todos nos unimos en una especie de conjura contra el abuelo. Nada más alejado de la realidad. Trabajamos con ellos, no EN CONTRA de ellos.

ropa adaptada

También se busca, dentro de la adaptación, mantener una buena imagen del residente. Otro factor es la facilidad para manipular, a lo largo de la jornada y de las distintas actividades, al residente, haciendo el menor daño posible. Pensando en asearlo, vestirlo, darle de comer, ponerle al baño, cambiarle el pañal, desvestirlo, acostarlo, cambiarle de ropa… No todo es aspecto. Hay que saber combinar los dos parámetros para mejorar el servicio que se presta. ¿Qué se busca con un vestuario más adaptado? No dificultar los movimientos que van quedando, facilitando en todo lo posible la autonomía del usuario.  Para una persona mayor, un calzado con cordones es mucho más complicado que los tipo mocasín o con velcro. Un jersey más elástico que una camisa. Con ello, puede mantener su independencia para más actividades. A todos se nos torna importante mantener esa autonomía. Los que han estado incapacitados temporalmente saben de qué hablo.

Existe otro factor a tener en cuenta. Cuando el vestuario de la persona afecta a su seguridad. Hablo del calzado. Porque el tipo de calzado ha de gustarle al dueño de los pies. Pero también ha de proporcionarle seguridad a la hora de hacer una transferencia o caminar hacia el salón común. Un calzado adaptado a su pies -que no a su edad- se hace imprescindible. Descartando muchas zapatillas geriátricas, chanclas y calcetines con puntitos para que no resbale.

El mundo del vestuario de nuestros mayores no es una pequeñez. Pues puede marcar la diferencia entre ser independiente o tener que pedir ayuda hasta para ir al baño.